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Cudillero-Concha de Artedo-Valle de las Luiñas-Cabo Vidio-Ballota: Esta ruta, de carácter costero, propone un recorrido por el histórico Valle o Cuarto de las Luiñas, nombre hoy en desuso que hace referencia a la antigua configuración administrativa del concejo de Pravia, al que perteneció todo el territorio de Cudillero hasta su segregación en 1837. La ruta comienza en Cudillero, dirigiémdose por la antigua N632 hasta la concha de Artedo, una de las más hermosas playas del occidente asturiano que se mantiene casi virgen (hay que ir a la concha de Artedo un día en que coincidan marea baja y un buen día de sol, es una experiencia inolvidable). La playa tiene unos setecientos metros de longitud y un buen acceso desde la carretera paralela al río Uncín, que discurre bajo uno de los impresionantes viaductos de la nueva carretera. Volvemos a la carretera y seguimos hasta Soto de Luiña, pequeña villa de elegantes casas y airosas galerías. El centro de interés está en el conjunto que forman la iglesia parroquial de Santa María, la plaza y el hospìtal del Rosario, hoy convertido en Casa de Cultura. La iglesia, del siglo XVII, tiene planta de cruz latina, un atrio generoso en cada flanco del exterior y una torre porticada sobre la entrada principal. La simetría queda rota con el añadido posterior de la sacristía en el lado derecho del crucero. Es la torre de dos pisos, construida antes que el templo, lo más notable del conjunto; se adorna sobriamente con cenefas de piedra y con una doble hilera de hornacinas en forma de venera que alojan un gran reloj y a varias imágenes de piedra de la época de la fundación que representan a San Pedro, San Pablo, La Virgen, San Martín, San Juan Bautista y San Antonio de Padua. El interior está dispuesto como nave única, con bóveda de nervaduras, crucero y un ábside semicircular bellamente techado sobre nervios de piedra en forma de estrella. Tienen interés el púlpito de piedra del siglo XVIII y los retablos, sobre todo el que preside el templo, una obra que lleva las imágenes del Crucificado (siglo XVI) y San Vicente Ferrer (siglo XVIII). Hay otros cuatro retablos. En el esterior del templo es notable la amplia plaza presidida por dos monumentales robles y una fuente, restaurada varias veces. El hospital del Rosario se construyó en un nivel más bajo que la iglesia y la plaza, y sustituyó en el siglo XVII a otro anterior, ligado a las peregrinaciones del Camino de Santiago de la costa. Desde Soto podemos acercarnos a la playa de San Pedro de Bocamar, al lado del río Esqueiro, por debajo de otro colosal viaducto, para disfrutar de una playa cuyo entorno ha sido remozado recientemente y está equipada de aparcamientos y unas buenas instalaciones, que la convierten en una de las mejores playas de Asturias. El fértil valle fluvial que conduce a la playa, fue coto privado de la casa de Omaña, antigua dueña del territorio. Volvemos a la carretera y llegamos a Oviñana, donde se puede ver la Casa del Cañeru, de finales del siglo XIX. Desde aquí se llega al bello cabo de Vidio, desde donde se puede observar una fabulosa panorámica, o al pequeño puerto de Portiella, al que se llega después de cruzar un curioso túnel. Si seguimos por la carretera en dirección a Galicia, podemos llegar hasta los pueblos de Novellana y Ballota, y a bellísimas playas. En Ballota es notable la ermita de San Roque. Desde Novellana se puede acceder a la braña de Resiellas y a Arcallana, en el concejo de Valdés. De regreso a Cudillero, por Soto de Luiña, es obligado visitar San Martín de Luiña, cabecera de la antigua parroquia de Luiña, cuya iglesia, acabada de construir en 1726, consta de una planta de cruz latina, con crucero, y una amplia y hermosa cúpula de media esfera. El cuerpo central tiene tres naves, aunque en su parte posterior se reduce a sólo una, sobre la que se asienta el coro. Luce una torre coronada por un balcón corrido, un templete añadido en 1964 y un atrio corrido que se une al pórtico de la torre. En el interior hay un retablo barroco que ocupa el presbiterio, y se debe al ovetense Fernández Tonín, igual que los otros dos de las capillas laterales dedicados a la Virgen de los Dolores el de la derecha, y a la Virgen del Rosario, el de la izquierda, que incluye interesantes escenas del Nacimiento de Jesús. Pero lo más impacta en esta iglesia son las inscripciones grabadas a finales del siglo XVII en las piedras del suelo por disposición eclesiástica, con objeto de jerarquizar el interior del templo, marcar las zonas de enterramiento según las clases sociales (nobles, estado llano, niños, célibes, forastero o vaqueiros) y no permitir que a los vaqueiros (los famosísimos vaqueiros de alzada, grupo de población del que se han vertido ríos de tinta, y a los que han dedicado estudios de su historia importantes hombres de la cultura, entre ellos Jovellanos, uno de los más ilustres asturianos que han existido) se acercaran al altar: “NO PASAN DE AQUI A OIR MISA LOS BAQUEROS”, dice la más conocida de estas inscripciones, ya casi borradas por el paso de los años. Desde esta localidad sale una carretera hacia las brañas de Brañaseca o La Rondiella, de espléndida panorámica, o a las brañas de Gallinero, Busfrío, La Bordinga, etc. Al lado de San Martín se puede visitar el pueblo de San Cosme y, si no se quiere regresar a Cudillero por la misma carretera por la que vinimos, se puede seguir, por San Cosme, hasta Arcallana y Brieves, y luego regresar por la carretera de la costa. 2) Palacio de los Selgas: En el pueblo de El Pito, por la primera entrada a Cudillero viniendo de Oviedo o Avilés, se encuentra un espléndido y sorprendente conjunto monumental , fruto de la extraordinaria iniciativa de la familia Selgas. Lo más llamativo es el palacio, edificado según diseño de estilo neoclásico debido a Fortunato Selgas, pero firmado por el arquitecto Vicente Lampérez. Consta de tres plantas principales, con algunas variantes en las distintas fachadas, y una gran escalinata hacia uno de los jardines, el de estilo versallesco. El interior es de gran luminosidad y posee una gran riqueza ornamental, con suelos de maderas nobles, techos pintados al fresco con alegorías de gusto modernista, salones con vitrinas y suntuoso mobiliario, objetos artísticos y una magnífica colección de libros de filosofía, ciencia e historia. Pero lo más admirado de las colecciones del palacio son los excelentes cuadros que cuelgan de sus paredes, entre los que hay dos obras de extraordinario interés: el general Ricardos, de Goya, y La Asunción, del Greco. Frente a la fachada del edificio y hasta el portón de entrada a la finca se extiende un extraordinartio jardín versallesco, proyectado por el francés Grandpont, que acoge una cuidada sucesión de macizos florales, estatuas y fuentes dispuestas según los cánones del clasicismo francés, además de una estela de piedra con una inscripción romana hallada el Doriga (concejo de Salas). En otra parte de la finca se extiende el jardín de aire romántico y ecléctico, en el que se conjugan libremente alrededro de un lago artificial grandes árboles de todo el mundo, tapices de césped y especies vegetales primorosamente cuidadas desde hace un siglo. Dentro de la finca se halla el Pabellón de los Tapices, en el que se exponen una colección en la que destacan algunos de origen flamenco. El conjunto lo completa un monumental grupo escolar, donado al pueblo por los hermanos Selgas en 1915, que continúa activo, y la iglesia de Jesús Nazareno, levantada por iniciativa de la familia a finales del siglo XIX, que alberga en su cripta el panteón familiar, el altar original del templo y dos piezas de la iglesia prerrománica de Santianes de Pravia. Frente al grupo escolar, y al lado de la carretera que baja hacia Cudillero, se yergue un monumento en bronce realizado en 1929 por el escultor Víctor Hevia, costeado por suscripción popular, en honor de los mecenas Ezequiel y Fortunato Selgas.
 

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