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La población vaqueira estaba muy dispersa por los diversos concejos asturianos en que habitaba. Tomando como referencia San Martín de Luiña y Luarca (capital del concejo de Valdés), podemos escoger innumerables rutas para recorrer (unas en coche, otras a pie) entre las poblaciones vaqueiras. Indudablemente se puede ir de San Martín de Luiña hasta Luarca por la excelente y remozada carretera de la costa (aproximadamente 45 km.), pero vamos a indicar otros caminos mucho más sugerentes. La llamada “ruta principal” se inicia en San Martín de Luiña (concejo de Cudillero), se sigue hasta Brañaseca (extraordinario mirador natural, aconsejamos ir pertrechados de todo tipo de armamento visual para inmortalizar las vistas que se divisan desde allí), se entra en el concejo de Salas por Gallinero, Malleza, La Arquera, Mallecina, Las Corradas, La Venta de Las Gallinas y La Espina; iniciamos la ruta por el concejo de Tineo por Brañalonga, Cezures, Alto de la Casa del Puerto, Bustellán, Fastias, Calleras, Muñalen, Navelgas y Naraval; en el concejo de Valdés, seguimos por el Alto de Aristébano (donde todos los últimos domingos del mes de julio se celebra el Festival Vaqueiro y de la Vaqueirada, y la celebración de una boda vaqueira), Caborno, Leiriella, La Figal y Luarca. Otras rutas, llamadas secundarias, se denominan así por partir todas de la ruta principal. Podemos destacar la de Pola De Allande (desde La Espina, en el concejo de Salas, pasamos al concejo de Tineo por El Pedregal, Tineo, Piedrafita, Santullano, El Peligro, Gera, San Facundo, San Félix y Ablaneda, para entrar en el concejo de Allande por Balbona, y llegar a Pola de Allande). Desde Pola de Allande se puede seguir, por Porciles, Borres, Bárcena del Monasterio, San Martín y Navelgas hasta Luarca o hacia San Martín de Luiña. Otra ruta secundaria nos conduciría desde Salas a La Azorera, pasando por Godán, Soto de los Infantes, Tuña, Genestaza y La Azorera. Desde aquí hay que volver hasta Salas o hasta Tineo. Las posibilidades son muy variadas. Tomando como referencia San Martín de Luiña, se pueden hacer innumerables rutas a pie y en coche. A continuación, a modo de orientación, decribimos con más detalle algunas de las rutas que se pueden hacer en coche por la zona vaqueira: 1) San Martín de Luiña-La Rondiella-Brañaseca-San Martín de Luiña. Se coge la carretera de Brieves, después del pueblo de San Cosme se sube a La Rondiella, desde donde se observa una espléndida vista. Se sigue por la carretera hasta Brañaseca, Cipiello y de nuevo San Martín de Luiña. Es aconsejable hacer el recorrido en coche, con una duración que se debe aproximar a las dos horas, incluyendo las seguras paradas para contemplar el paisaje maravilloso que se contempla desde las alturas. Es una ruta que se puede hacer bien a pie, aunque hay que pensar en salir por la mañana, llevarse unos buenos bocadillos o lo que sea para comer a mediodía y llegar de nuevo a San Martín de Luiña por la tarde. Es aconsejable llevar buen calzado y pertrecharse de ropa de abrigo y algún paraguas por si las moscas. En Asturias nunca se sabe, puede amanecer un día perfectamente soleado y claro, y al poco tiempo cambiar completamente, y viceversa. 2) San Martín de Luiña-Brañaseca-Malleza-Priero-Salas-La Espina-Buspol-Godán-Salas-San Martín de Luiña. Se llega desde San Martín de Luiña hasta Brañaseca, se sigue hasta Malleza, para algunos la capital de la llamada ruta de los indianos, esta parroquia ya fué citada en los documentos catedralicios del siglo XIII, se lleva la palma en cuanto a la monumentalidad y excelente estado de conservación no sólo de sus luminosas casonas indianas, sino de sus casas de labranza y de sus enormes paneras, entre las que sobresale la más próxima a la plaza de la iglesia, enorme, con subidoria (escalinata) de piedra y barandilla de madera enrejada, al más puro estilo de Salas. En la plaza, presidida por un gran árbol, resplandece rabiosamente la cúpula verde (un capricho colonial, según los vecinos) de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, reconstruida en 1827 y restaurada por iniciativa local en 1997. Guarda un retablo de estilo barroco de fines del siglo XVIII. Alrededor de la plaza se puede ver una taberna con salón de baile y caballerizas, abierta en el siglo XIX (en un edificio del siglo XVII), que ofrece hoy una interesante colección museística de la emigración cubana, el palacio de Cuervo Arango, de comienzos del XVIII, reconvertido en fábrica de excelentes embutidos, o el palacio de Toreno, del siglo XVII, hos destinado a hotel. Este pueblo es el punto de destino de la llamada ruta de los anises, que une Malleza con Pravia. Se desciende luego hacia Salas por las verdes laderas de Priero, Camuño (cuya iglesia conserva restos románicos), por la localidad de Villamar (con un tejo centenario en la plazuela de la iglesia) y Cerezal, en un alto, ya deshabitada, donde Nicolás Gayo construyó en 1928 una capilla y la primera área recreativa de Asturias en la que aún se celebra una animada romería para vaqueiros y xaldos. Desde Salas, en dirección a Galicia, se llega pronto a las tierras altas de Bodenaya, donde alternan los tejados de teja con los de pizarra, de influencia gallega, y pastan en las buenas llanuras las ovejas y las vacas. Puede el viajero derviarse un poco a la izquierda en Bodenaya para asomarse a los paisajes de Casandresín, sobre el valle del río San Vicente, afluente del Nonaya, y retornar luego a la N634, que llega un poco más adelante al puerto de La Espina, un eje de comunicaciones ya desde la prehistoria, que sigue siendo un cruce de caminos grandes y pequeños del occidente asturiano. Desde el alto del puerto se debe tomar el desvío señalizado a Buspol y se sigue hasta La Bouga, donde habrá que tomar la dirección de la derecha un poco antes de llegar a la señal de cantera de arcilla. Una vez pasada esta aldea, se llega a un cruce, cuyo ramal a la derecha lleva, por Cueva, hasta Idarga, cabeza de una parroquia salense cuyos vecinos practicaron con mucha actividad la trashumancia y la arriería, en tiempos en que, además de acarrear vino, salazones, telas y otras mercaderías, se llevaba a los clientes a Madrid pagando burra o doble burra, según quisieran ir montados la mitad o todo el trayecto. Se sigue ruta, deleitándose en la contemplación de las cabañas vaqueiras y los caballos en libertad, por las brañas de Buspol y El Pevidal, una en cada lado de una loma. A partir de Buspol, las hermosas praderías de montaña dejan paso a un paisaje muy distinto, pues la carreterita va a discurrir hasta el final de la ruta al borde del profundo valle del río Narcea, al que se le ve serpentear al fondo de la vaguada, y al que nos iremos acercando desde El Pevidal por una cuesta abajo con un desnivel bastante pronunciado. Por estos lugares, aprovechando la pendiente hacia el cauce del Narcea, quedan restos romanos de las conducciones de agua que trazaron para explotar las minas de Ablaneda, lugar que queda ya fuera de la ruta de los llamados vaqueiros, y que está junto a la carretera AS226, que debe tomarse para regresar a Salas a través de localidades del fértil valle del río San Vicente, como Godán o La Barrosa, desde donde se puede desviar, quien lo desee, hasta las aldeas de Oteiro y La Sala, para contemplar una excelente panorámica de la sierra de las Traviesas, ya a las puertas de la villa de Salas. 3) San Martín de Luiña-Salas-El Viso-Ardesaldo-Pico Aguión-Lavio. Es una ruta que permite llegar por carretera a la collada o pico Aguión, de 923 metros de altura, que ofrece una inmejorable paronámica del Occidente de Asturias. Se parte desde Salas por la carretera directa a Ardesaldo, pero antes de llegar a este pueblo, se encuentra, a la derecha, el acceso asfaltado que lleva a la ermita de El Viso, enclavada en un robledal en el monte del mismo nombre y desde donde se domina una excelente panorámica de Salas, el valle del río Nonaya, el puerto de La Espina y las sierras de El Couriu y Los Vientos. Volviendo a la carretera, se continúa haci Ardesaldo y se toma una aceptable carretera local hacia la localidad vaqueira de Las Gallinas, desde donde se tiene a la vista el pico Aguión, al que se llega entre bosques de pinos siguiendo el curso del antiguo Camino Real (enlace con el Camino de Santiago), que comunicaba el puerto de La Espina con la costa del concejo de Valdés. Desde lo alto de la collada se abarca, si no hay nieblas, una de las mejores vistas de toda la comarca. Desde aquí se puede visitar el pueblo vaqueiro de Lavio, que hasta 1927 fue concejo independiente. La iglesia de esta localidad tiene una puerta lateral tapiada, que antiguamente debían usar los vaqueiros de alzada, quienes en un día de fiesta se cansaron de la marginación y cortaron con sus hachas la viga de vaqueiros, la que marcaba la zona del templo de la que no podían pasar estos feligreses de vida trashumante y escaso arraigo parroquial. En cuanto a la finalización de la ruta cabe decir que se puede regresar por el mismo sitio o bien salir desde Lavio hacia la N634 y regresar a Salas por el puerto de la Espina. O incluso existe la posibilidad de tomar, a medio camino entre el pico Aguión y Las Gallinas, una carretera que lleva a Mallecina y enlaza allí con la ruta de los indianos. 4) San Martín de Luiña-Tineo-Piedrafita-Obona-Bárcena del Monasterio-Navelgas-Luarca-San Martín de Luiña. Se llega a Tineo desde San Martín de Luiña, se sale de Tineo por la AS218 en dirección a Navelgas y Luarca, y antes de tres kilómetros se llega a Piedrafita, más adelante se pasa por Piedratecha, antigua posada del Camino de Santiago, y por el alto del mismo nombre, que ofrece buenas vistas. En Obona, cabeza parroquial, se encuentra el monasterio de Santa María la Real, uno de los principales centros eclesiásticos de la Edad Media en el occidente de Asturias, junto con los de Corias, Cornellana, Villanueva de Oscos y el franciscano de Tineo. Se fundó en fecha temprana, establecida mediante un documento de poca fiabilidad en el año 780 por Adelgaster, hijo quizá ilegítimo del rey Silo, pues oficialmente este monarca murió en Pravia sin descendencia. La comunidad de monjes se volcó con las peregrinaciones. Se levantó en este siglo la iglesia, de traza románica tardía, con tres naves de austeridad arquitectónica cisterciense, más alta la central, sin bóveda, con arco de triunfo sobre capiteles decorados y cabecera de tres ábsides bien iluminados. La portada es también de gran sobriedad, con cuatro arquivoltas sin decoración. La torre porta una espadaña con tres ojos y dos campanas, y a su lado hay otra más pequeña sin campana. En el interior se conserva un retablo barroco del siglo XVII, en el que destacan las figuras de los evangelistas, y otro del siglo XVIII, además de una primitiva ara románica y el Cristo de Obona, también románico, del siglo XII. Este Crucificado sólo tiene parangón regional, en su época, con el que se conserva en Corias. La iglesia forma conjunto con el resto de las dependencias del monaterio benedictino, construido como el de Valdediós en el fondo de un fértil valle, regado por manantiales como el de Matoxo, del que fray Benito J. Feijóo se hacía llevar a Oviedo el agua en cántaras precintadas, conocedor de que Obona deviene de Augabona (agua buena). La existencia del cenobio está ya probada en el siglo XI en la documentación de Corias, de cuyo poderoso convento pasó a depender. El edificio monacal se levantó en el siglo XVII sobre el anterior, según proyecto de Melchor de Velasco, pero no se acabó y quedó a la mitad. Sí se finalizó la portada, que lleva un doble arco sobre el que se sitúan las ventanas de la sala capitular, un escudo que evoca el orígen y a la reedificación de 1695, y una hornacina con un San Benito. En la casa abacial, al lado, hay un escudo real de Castilla y León. Dentro hay dos escalinatas, una de ellas de acceso al templo, y el elegante pero inconcluso claustro de sillería, con arcos de medio punto y un piso de ventanas cuadradas. De vuelta a la carretera AS218, se llega a la aldea de Troncedo, que tiene una bella casa rectoral del siglo XVII convertida en pajar, y una iglesia fundada en el siglo IX, aunque reedificada a lo largo del XVII y el XVIII, con nave única, capilla, dos pórticos, bonita espadaña e inscripciones con referencia a las reformas y a sus autores. Más allá, en el cruce de caminos, entre Luarca, Allande y Tineo, está Bárcena del Monasterio, tercer gran centro religioso del concejo de Tineo, del que sólo queda la iglesia, pues el edificio monacal desapareció y fue sustituido recientemente por una corralada de poca coherencia estética con el lugar y muy escasa calidad arquitectónica. El monasterio se fundó como abadía en el año 937 por los condes Fruela Vela y Totilde, bisabuelos de Piñolo, fundador de Corias en 1032, que acabó heredándolo y, ya como cenobio masculino, añadiéndolo al patrimonio del poderoso monasterio narceano. La iglesia es románica y es una reedificación sobre otro anterior más pequeño, del que quedan algunos restos. El templo, bajo la advocación de San Miguel, tiene una nave sin bóveda, con arco de triunfo, una capilla del siglo XVI, un ábside abovedado y dos pequeños absidiolos, procedentes éstos del edificio primitivo. En el interior del templo hay dos tallas inglesas en alabastro de San Miguel y San Pedro, del siglo XV, y en las paredes del cabecero hay pinturas del XVI recién descubiertas al retirar el retablo. Llama la atención en el exterior una ventana geminada con arcos de herradura (procedente del edificio antiguo) en el muro sobre el ábside, y otra, avenerada, en la que destaca la inscripción ANDI (Agnus Dei, Año del Señor) 1602. La pieza más notable es una lápida engastada en el muro que daba al claustro y que, entre decoración de volutas, hace mención a la condesa Argonti y al año de 1044. El templo tiene dos bonitas puertas románicas, una de ellas tapiada y casi soterrada, y una buena portada del siglo XIII con tres arquivoltas, capiteles decorados y columnas, algunas de madera. El conjunto ha sudo destrozado en la parte alta para encajar allí, sobre la puerta, un pasadizo de acceso directo desde el monasterio hasta el interior del coro, un poco afortunado caprichoabacial de siglos atrás. En este pueblo podemos dar por terminada la ruta monumental, aunque se puede ir hasta Ese de San Vicente, a cuatro kilómetros de Bárcena, en cuya capilla de Tablao del Río hay una poco conocida talla del Crucificado de finales del siglo XII, de buen tamaño y noble expresión que no desmerece a las obras del Museo de Arte Sacro de Tineo. A partir de aquí podemos llegar, por Navelgas, hasta Luarca y por la carretera de la costa (muy buena) hasta San Martín de Luiña
 

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